jueves, 18 de marzo de 2010

¿Quién fue Julio?

21 de septiembre de 1983. III Marcha de la Resistencia convocada por las Madres de Plaza de Mayo, todavía bajo gobierno militar. Durante la movilización y hasta avanzada la madrugada, cientos de manifestantes y artistas dibujaron con plantillas y sobre los contornos de sus propios cuerpos las siluetas de hombres, mujeres (algunas embarazadas) y niños, representando con ellas “la presencia de una ausencia”, la de miles de desaparecidos. La iniciativa de los artistas visuales coincide con la demanda de los movimientos sociales y toma cuerpo por el impulso de la multitud. En un improvisado e inmenso taller al aire libre, a lo largo de gran parte de la noche y sin dejarse amedrentar por el dispositivo policial, cientos de personas pegan miles de siluetas (de pie, nunca en el piso) en las inmediaciones de la Plaza: edificios, monumentos, paredes, columnas, kioscos, cabinas de teléfonos, árboles, columnas de alumbrado, llenándolas además de múltiples inscripciones como consignas, nombres y fechas. De allí en más la potencia de esos disímiles contornos los convirtió en símbolo de resistencia y lucha por la memoria para millones de personas y organizaciones en todo el mundo.

¿Quién fue Roberto?




La noche del 25 de mayo de 1973, ni bien asumió Cámpora, una gran movilización popular rodea la cárcel de Devoto, que se encontraba en poder de los presos. Al igual que en otras cárceles del país, los manifestantes acompañan a los detenidos en su reclamo, exigiendo al flamante gobierno peronista que se abran las puertas de las cárceles y se decrete una amnistía para todos los presos políticos y gremiales. Roberto golpea los barrotes de las ventanas y cantan a coro con los de afuera, mientras sus compañeros despliegan las banderas de las organizaciones revolucionarias.

¿Quién fue Paulino?

Noviembre de 1946. En el hospital Tornú de la ciudad de Buenos Aires, más de 700 hombres y mujeres enfermos de tuberculosis inician una huelga de hambre en protesta por las condiciones de abandono en las que se encuentran. A pesar de sus delicados estados de salud, Paulino y sus compañeros de habitación fueron los primeros en rebelarse, negándose a comer la comida indigna que les traían. Cuando a Paulino se lo llevaron preso, todos los que estaban internados se sumaron a la protesta y hasta lograron que la huelga tuviera eco en otros hospitales de la ciudad.

martes, 16 de marzo de 2010

Imagen gauchos de Guemes


Imagen Facón Grande

Peones patagonicos en huelga, prisioneres del Ejercito Nacional Argentino.


José Font, conocido como Facón Grande




¿Quién fue "Facón Grande" (José Font)?

Paisano cómo me ven, vine a la Patagonia desde los pagos de Montiel, Entre Ríos, para cuartear, arriar y domar, que es lo mío. Aunque me falta escuela, yo entiendo bien como son las cosas: ante todo la justicia, la honestidad, la mano abierta pa` quien la necesita y la palabra sobre todo, cosa que los milicos y patrones parecen no conocer. En la primera huelga nos habían prometido cambiar las cosa: habitaciones respetables, velas por cuenta del patrón, tres comidas por día, sábado disponible para limpiar la ropa, sueldo mínimo, botiquines en español, y unas cuantas cosas más. Pero ningún estanciero respetó nada de lo dicho. Cuando se volvió a armar la huelga, me vinieron a buscar los paisanos pa` ser delegado del grupo, por que confían en mi buen nombre. Éramos 400, levantando estancias y llevándonos la caballada, parando toda actividad. Creyendo que eran policías y patrones de la Liga Patriótica (a los que tenemos bien juneados) nos batimos con los milicos y hasta les bajamos uno de los suyos. Pero cuando nos dimos cuenta que eran del ejercito decidimos negociar, como pasó en la primera huelga. ¡Pa` qué! Nos entregamos solitos como tontos, incluso dejamos todas nuestras cosas en el suelo como acto de buena voluntad. Traicionero ese Varela, ni dos palabras cruzó, nos sacaron todo y nos encerraron en galpones tratándonos como animales. A mi me encerraron solo, como pa´ no hablar con mi gente. Pedí varias veces reunión con el Teniente, pero nada. Hasta lo desafíe frente a todos a un duelo a cuchillo, mano a mano, a ver si era tan valiente como decía, pero el muy cagón lo único que hizo fue mandar a atarme de pies y manos. ¡Ni siquiera lo hizo en persona!

Imagen de Uturuncos


¿Quién fue Oscar?

Patronal, gobierno y burocracia sindical se aliaban para desconocer los convenios laborales. Miles de trabajadores de Capital y Gran Buenos Aires forman las Coordinadoras Interfabriles. Oscar, de la Grafa, fue uno de los que se organizaron y lograron ganar las comisiones internas de esa y otras fábricas. En junio 10.000 trabajadores se concentran para exigir el paro nacional y la renuncia de Rodrigo y López Rega. En Rosario, Santa Fe y Córdoba se suman masivamente a la movilización.

¿Quién fue Juan Carlos?

Juan Carlos estuvo en el Congreso Villero del ‘73 en el Bajo Flores, una impresionante asamblea de las bases villeras que reunió más de 500 delegados, convirtiéndose en un hito importante en la historia de este movimiento. Los villeros venían peleando contra los planes de erradicación de Onganía y les tocaba ahora reclamarle al mismo Perón. El asesinato de Alberto Chejolán, obrero portuario y delegado de la villa 31, no detuvo las marchas ni la resistencia en las villas.

¿Quién fue Juan Carlos Díaz?

Tras el derrocamiento de Perón cientos de trabajadores se sumaron a la Resistencia para defender las conquistas obtenidas. Algunos probarían incluso la lucha armada. Así, entre los tucumanos surgió Uturuncos, la primera guerrilla que actuó en el país y de la que formó parte el metalúrgico Juan Carlos Díaz. Aunque rápidamente desbaratada, fue un importante eslabón que conectó las luchas obreras de los ‘50 con el período de las grandes organizaciones guerrilleras que se abrió a fines de los `60.

¿Quién fue León Cari Solís?

León Cari Solís fue uno de los organizadores del Malón de la Paz, una caravana a pie a Buenos Aires que 174 kollas recorrieron para forzar a Perón a cumplir con su promesa de reforma agraria. El reclamo tuvo gran eco en otras zonas del país y Perón los recibió con honores. Pero cuando el tema dejó de salir en las tapas de los diarios, fueron reprimidos y enviados por la fuerza de vuelta al noroeste. El Malón de la Paz fue uno de los primeros hitos en la formación del movimiento indígena en Argentina.

¿Quién fue Raquel?



El 17 de octubre hombres y mujeres de los suburbios irrumpieron en la ciudad. Marcharon por Perón y su incipiente política social y laboral. Pero ese día también significó trasgresión. En la Plata se atacaron tiendas y diarios que representaban al poder. Los que llegaron a la plaza descansaron sus pies en la fuente monumental. Y las mujeres de Buenos Aires y Gran Rosario enarbolaron sus prendas íntimas. Ese día, Raquel (obrera fosforera, anarquista) y su compañeras marcharon enarbolando sus corpiños, enaguas y calzones como banderas en palos de escobas y mástiles. Ante la mirada horrorizada de las "copetudas" y las miradas babosas de los hombres, expresaron su descontento y su rebeldía.

¿Quién fue Toto?



Tengo 10 años y trabajo doce horas en los ascensores de un frigorífico. Gano 12 pesos al mes. No alcanza, pero es más de lo que gana mi hermanito en la refinería. Como no nos dejan usar el poncho tomo mucho frío y no puedo parar de toser. A algunos compañeros que les pasó lo mismo no los ví más. Por eso me pone contento que llegue la primavera. Además voy a poder comprar la revista Compañerito que lee mi vecina del conventillo. Como todavía no sé leer me entretengo mirando las imágenes.

¿Quién fue Juana?

Cuando los dueños de conventillos trasladaron la suba de un impuesto al precio de las habitaciones, Juana y muchos otros trabajadores anarquistas inician la huelga dejando de pagar los alquileres. A las malas condiciones laborales se sumaba la precariedad de las viviendas: piezas cada vez más chicas, abusos de los caseros, a veces ni baño había. El movimiento se contagia de Buenos Aires a Rosario, Bahía Blanca y repercute en otros países. Los huelguistas se enfrentaban a los rentistas y también al estado argentino que los protegía con su legislación y policía. Una red de delegados y comités emergieron desde los patios de los conventillos, donde mujeres como Juana se destacaron combatiendo los desalojos con lo que tenían a mano: piedras, escobas y también cacerolazos de agua hirviendo.

¿Quién fue Lucas Fernández?

Desde las entrañas del arrabal surgió una voz: “El Proletario, periódico por una sociedad de color”. Lucas Fernández (su promotor y director) comprendió que los negros jamás gozarían de los mismos derechos que los blancos si no luchaban por ello. Estas páginas tenían entonces un objetivo bien claro: organizar al gremio de color para conquistar la verdadera igualdad, tanto legal como social. Y si bien la existencia de El Proletario fue fugaz, éste inició una tarea que muchos otros diarios supieron continuar: ser el medio de comunicación del pueblo trabajador.

Imagen del combate de La Vizcacheras

El ajusticiamiento de Rauch en Las Vizcacheras

Por Adrián Moyano*

El 28 de marzo de 1829 un peñi terminó con la vida del mercenario prusiano. Pero el hecho no fue resultado del arrojo individual, fue la respuesta colectiva de una parte del pueblo mapuche.

A los libros llegó la versión de la historia que no escribieron los mapuche. A las obras pictóricas también. En un dibujo reproducido hasta el hartazgo, un tal Fortuny (Fortini dicen otros) inmortalizó la muerte de Federico Rauch, la que tuvo lugar el 28 de marzo de 1829 en el combate de Las Vizcacheras. En la escena puede apreciarse a un gallardo militar que sable en mano, trata de enderezar a su caballo, el que ha sido boleado. Luce un uniforme que se sugiere impecable, una gorra que pese a la violencia del entrevero, está firmemente instalada sobre su cabeza. Se muestra elegante hasta en la derrota. Su monta tiene las patas traseras enredadas por un bolazo. A su alrededor, pueden contarse trece jinetes mapuche. Algunos sonríen. Uno de ellos carga lanza en ristre sobre la espalda del soldado. Otro ya echó pie en tierra. Pisa los pastos generosos de Puelmapu. Es un gran trabajo plástico: semiocultas por la polvareda que levantó el enfrentamiento, varias siluetas continúan con la pelea.
Si no tuviéramos más datos sobre Las Vizcacheras, podríamos concluir que se trató de una emboscada. En el lienzo, el infortunado sufre una abrumadora inferioridad numérica. No hay otros soldados que aparezcan cerca. El más próximo está montado y de espaldas, sable en mano, luchando contra algún adversario que no alcanza a divisarse. Su vestimenta se adivina similar a la del caído. Trece contra uno... Al pintar también se construyó el estereotipo del "indio flojo" y traicionero. ¿Cuántos observadores habrán supuesto que este combate fuera uno de los tantos que libraron durante el siglo XIX las tropas de los sucesivos gobiernos winka con las diversas parcialidades mapuche?

En los últimos tiempos, la figura y actuación del coronel Rauch fue objeto de revisión por parte de Osvaldo Bayer, uno de los intelectuales más lúcidos de la Argentina y además, uno de los pocos que ha puesto su trabajo desinteresado al servicio de la verdad histórica que atañe al pueblo mapuche. De hecho, ideó la campaña Awka Liwen, que propone erradicar de todos los espacios públicos del país a los monumentos que homenajean al general Roca, dos veces presidente de los argentinos y ejecutor de la llamada Campaña al Desierto.

En realidad, Bayer comenzó a echar luz sobre la figura de Rauch hace tres décadas y como consecuencia de sus aseveraciones, conoció el calabozo, cuando un descendiente del militar tuvo poder para encarcelarlo. Matices más, matices menos, el relato que nos entrega el escritor y periodista señala que el hombre del caballo boleado había sido contratado por el gobierno de Bernardino Rivadavia en 1826 para limpiar las pampas de rankülche. Se trataba de un prusiano que había servido a las órdenes de Napoleón, es decir, lisa y llanamente un mercenario. El europeo se ufanaba de su practicidad: "hoy hemos ahorrado balas, degollamos a veintisiete ranqueles", le comunicó en una oportunidad a su superioridad. Pero hete aquí que se encontraría con la horma de su zapato. Siempre según el autor de "Los vengadores de la Patagonia trágica" un peñi –"un indio joven, apuesto, alto y de pelo largo"- al que los soldados llamaban Arbolito, esperó pacientemente al prusiano en una rugosidad del terreno, lo dejó pasar, le boleó el caballo y cuando éste se desplomó, rápidamente lo degolló. Bayer también comenta que Buenos Aires recibió al cadáver del prusiano con toda pompa y que sus exequias fueron muy lujosas. A tal punto fueron valorados sus servicios que una localidad bonaerense lleva su nombre: Coronel Rauch. En cambio, se queja Don Osvaldo, nadie recuerda a Arbolito, el "héroe de las pampas, el querido indio Arbolito".

Pero ni del dibujo de Fortuny ni del relato de Bayer se desprende un dato central. El combate que tuvo lugar en Las Vizcacheras aquel día no estuvo exclusivamente protagonizado por los kona rankülche de un lado y las tropas bonaerenses por el otro. En rigor, allí se enfrentaron un contingente federal de aproximadamente 600 hombres y otro unitario, de número similar. En el diciembre anterior, los sectores que habían sido desplazados del poder por la gestión de Manuel Dorrego, se habían sublevado e inclusive, el malogrado gobernador fue fusilado. Allí comenzó uno de los innumerables capítulos que constan en la historia de las guerras civiles argentinas. A Las Vizcacheras hay que situarla en ese marco. Las tropas leales a Lavalle –el fusilador de Dorrego- eran comandadas por Rauch, quien marchaba al frente de sus Húsares de Plata y contaba con otras unidades. Del lado federal participó Prudencio Arnold, quien más tarde llegó al grado de coronel y como muchos de los militares de su época, tuvo la ocurrencia de escribir sus memorias.

Cuenta en su libro "Un soldado argentino", que Rauch les venía pisando los talones, con la ventaja de comandar tropas veteranas de la guerra del Brasil. Los federales llegaron a Las Vizcacheras casi al mismo tiempo que un nutrido contingente de pu kona, que combatirían a su lado. Dice Arnold: "en tales circunstancias el enemigo se avistó. Sin tiempo que perder, formamos nuestra línea de combate de la manera siguiente: los escuadrones Sosa y Lorea formaron nuestra ala derecha, llevando de flanqueadores a los indios de Nicasio; los escuadrones Miranda y Blandengues el ala izquierda y como flanqueadores a los indios de Mariano; el escuadrón González y milicianos de la Guardia del Monte al centro, donde yo formé". Arnold no brinda más datos sobre los lonko que guiaban a los peñi salvo que Nicasio llevaba como apellido cristiano Maciel, "valiente cacique que murió después de Caseros".

Rotas las hostilidades, Rauch arrolló el centro de los federales y se empeñó a fondo –siempre según el relato de su adversario- sin percibir que sus dos alas eran derrotadas. Se distrajo y comenzó a saborear su triunfo pero pronto se vio rodeado de efectivos a los que supuso suyos. Hay que recordar que por entonces, los federales sólo se diferenciaban de los unitarios por un cintillo que llevaban en sus sombreros, el que decía "Viva la federación". Anotó su rival: "cuando estuvo dentro de nosotros, reconoció que eran sus enemigos apercibiéndose recién del peligro que lo rodeaba. Trató de escapar defendiéndose con bizarría; pero los perseguidores le salieron al encuentro, cada vez en mayor número, deslizándose por los pajonales, hasta que el cabo de Blandengues, Manuel Andrada le boleó el caballo y el indio Nicasio lo ultimó... Así acabó su existencia el coronel Rauch, víctima de su propia torpeza militar".

A raíz de su acción, Andrada fue ascendido a alférez. No obstante, no figura en el dibujo de Fortuny, en el cual sólo aparecen "indios". Sobre el degüello del prusiano, Arnold se limita a señalar que "se le cortó la cabeza...". No afirma que fueron manos mapuche quienes cercenaron el cogote del mercenario aunque bien podría haberlo hecho, porque en el resto de su narración queda en claro que no le tenía la menor estima a los peñi que combatían a su lado. Para evitar cualquier condena posterior, tenía a mano el recurso de depositar esa responsabilidad en los "salvajes". Así lo hicieron los historiadores argentinos de más tarde, que en lugar de convivir con la práctica de ese acto que hoy consideramos deleznable, prefirieron ubicarlo afuera, en el "Otro". Es más cómodo, más soportable, suponer que Rauch fue descabezado por un mapuche que por un soldado federal, que en definitiva era un blanco, un hombre de la civilización. Claro que más tarde, los jefes "nacionales" se cansaron de degollar gauchos durante las insurrecciones montoneras, pero esa es otra historia.

En la obra pictórica a la que hacemos referencia no sólo no aparece el cabo de Blandengues, tampoco lo hace ningún efectivo federal. Es decir, falsea la realidad. Indirectamente, omite desde el arte un dato suficientemente probado, los mapuche no sólo fueron protagonistas indiscutidos de su propia historia en los tiempos republicanos a uno y otro lado de la cordillera, también intervinieron y en ocasiones de manera decisiva, en los sucesos que hilvanaron el devenir histórico de la Argentina. Una simplificación práctica nos permitiría afirmar que con el correr de los años, los rankülche aparecieron como aliados de los unitarios y que los chaziche de Kalfükura solieron cabalgar al lado de los federales. Estos alineamientos no fueron automáticos pero además, es preciso entender que las alianzas que celebraron las diversas parcialidades poco tuvieron que ver con la adhesión a los principios centralistas o a los federales, sino que se explicaban por la dinámica interna del pueblo mapuche. Por eso en más de una oportunidad y en el marco de las guerras civiles argentinas, hubo pu kona de uno y otro lado. Al origen de esas oposiciones hay que buscarlo en los más recónditos pliegues del pasado mapuche, jamás se agotará su explicación en los vaivenes de la política winka.

Los peñi de Nicasio y Mariano tuvieron sobradas razones para combatir a Rauch al lado de los federales. El prusiano había llegado a Buenos Aires en 1819 y en 1826 ya era jefe. Expedicionó hacia Kakel y Sierra de la Ventana, en carrera encarnizada detrás de los lofche. Les arrebató miles de cabezas de ganado, destruyó los toldos e hizo prisioneros. "Persigue hasta el exterminio en los vericuetos de la Sierra de la Ventana a los derrotados...", escribió el "progresista" Álvaro Yunque hacia 1956. A pesar de sus ideas supuestamente de avanzada, para Yunque Rauch fue "un jefe excepcional". Decía el investigador: "Así exterminó muchas tribus del sud y del oeste. Y llevó la confianza a los hacendados sobre quienes se erguía la riqueza de Buenos Aires. Tan es así que el propio Rosas, siempre tan avaro en sus pesos y a pesar de su amistad con Rauch, propicia una suscripción entre los estancieros en beneficio de los húsares: gratitud de propietario para con el can bravo que lo defiende".

Para los invasores latifundistas, un "can bravo". Para los mapuche, uno más de los winka trewa. El mercenario les había arrebatado a las comunidades de esa zona del Puelmapu 70 mil kilómetros cuadrados. Hay que tomarse el trabajo de observar un mapa de la actual provincia de Buenos Aires. Bayer dice que la ciudad de Coronel Rauch se levanta cerca de donde ocurrió el combate de Las Vizcacheras, ¡tan cerca del mar! Algo más al sur se alzan las sierras de Tandil y La Ventana. ¡Esas tierras también eran territorio mapuche! Durante la gestión del fusilado Dorrego la frontera había llegado hasta Cabo Corrientes, ¡hoy Mar del Plata! Alrededor resiste la toponimia en mapuzugun: Chapaleofú (una localidad); Arroyo del Gualicho; Napaleofú (otro pueblo); Mechongue (uno más); Tamangueyu (otro); Nahuel Rucá (más)... ¡Hasta el recuerdo de Calfucura está presente gracias a la denominación de un pequeño poblado! Los ejemplos se multiplican.

Esperemos que los debates como el que queremos presentar, también proliferen. No sabemos si Arbolito o Nicasio fueron la misma persona. Esa discusión no tiene mayor trascendencia. Sí nos parece importante destacar que el ajusticiamiento de Rauch no fue solamente la obra de "un indio joven, apuesto, alto, de pelo largo". No creemos que haya sido la respuesta individual de un peñi más indignado que el resto. Pensamos que fue la reacción calculada y premeditada de al menos, dos lonko y sus respectivos kona, que vieron en las luchas intestinas de los winka la posibilidad de frenar las usurpaciones territoriales que desde el mismísimo 1810, los argentinos estaban perpetrando contra los hermanos. Quizá haya sido "el querido indio Arbolito" el "héroe de las pampas" que supone Don Osvaldo. Pero los héroes históricos que el pueblo mapuche ha consagrado son Leftraro, Kawpolikan, Pelantraro, Lientur, Kalfükura, Kilapan, Pincen, Baigorrita y tantos otros. Ellos también enrojecieron sus cuchillos con la sangre de los usurpadores, alguna vez fueron jóvenes, no todos resultaron apuestos y mucho menos altos, pero reunieron en sus personas la sapiencia, la astucia, la valentía, la dignidad y la tenacidad de un pueblo que a 176 años de Las Vizcacheras, continúa abriéndose paso con el waiki del pensamiento. Pero también con acciones menos simbólicas si es necesario.

* Periodista, licenciado en Ciencias Políticas, colaborador de la Organización Mapuche Tehuelche "11 de Octubre" y del periódico mapuche Azkintuwe.

Fuente: Indymedia Argentina

¿Quién fue Arbolito?



1829. En el pago de Las Vizcacheras cae por fin el Gral. Rauch, con el caballo boleado, en manos del cacique Arbolito. En nombre de todos sus hermanos perseguidos, Arbolito corta la cabeza del mercenario prusiano que, pagado por el gobierno de Rivadavia, venía a eliminar a los ranqueles, apropiarse de las tierras que habitaban, robarles el ganado, destruir sus tolderías. ¿Por qué? ¿Qué mal habían hecho los ranqueles? No tienen sentido de la propiedad, decía Rauch, son anarquistas.

¿Quién fue Antonio Virasoro?

Los godos llegaron a Salta y saquearon todo. Hay un gran malestar adentro, aunque hay vecinos que saludaron a los españoles y hablan de restituir al rey. En el valle de Lerma se está juntando la gauchada para poner fin a la tiranía española. Tenemos que juntarnos los paisanos, los indios y los negros, sitiar la ciudad y expulsarlos. No peleamos por los señores de alta sociedad; peleamos por nuestra libertad, por tierras, por una vida menos penosa. Mueran los españoles, viva nuestro sistema.

¿Quién fue Francisco Benítez?



Francisco Encarnación Benítez fue un comandante artiguista que representaba a los infelices, a los desposeídos, quienes fueron fundamentales para la conformación del ejército y gracias a esto pudieron hacer valer sus antiguas reivindicaciones, como el acceso a la tierra. Muchos de ellos eran negros esclavos y fueron los que formaron la infantería que puso el pecho al fuego realista. Sin sus esfuerzos y sus sus cuerpos, la independencia tal vez nunca hubiese llegado. A pesar de ello, a los que sobrevivieron a las batallas no les quedó otra que arrastrarse con el muñón y su miseria por las calles, mientras los oficiales cobraban sus pensiones. O tener que ver cómo la gente decente festejaba la muerte de Francisco Benítez durante tres días con la ciudad iluminada.